Es mejor escribir y salvarme del abismo de tu silencio, escribiendo. Escribiéndote. Porque, a pesar de estar vacías de ausencia, estas palabras no dicen más que tu
nombre. Lo triste es que ninguna de ellas llega a acariciarte porque no estás, aunque
te busque en estos caracteres que son nada de vos, son nada pero me salen y
desahogan una pena de arena en otoño e intentan escribirte con ideas ajenas que
tienen perfume de jazmín pero no son flores. Te cito para hoy y quedamos en vernos acá, en este texto. Y me descubro otra vez escribiéndote a solas, y lo hago porque es mejor desfallecer
en el intento de encontrarte entre besos de palabras, entre la poesía de aquellos momentos que son todo para mí y nada para nadie. Pero está bien, acepto el vacío, te dejo lejos, allá donde todos mis
sueños se deshacen de memoria. Y me quedo con el trabajo de escribir. Escribir
incansablemente para encontrar el sentido de tu falta en esta tarde, para mentirme un amor
que no existe, para alcanzar la memoria de aquel brillo. Ese brillo que crece
en el lugar donde nada crece aparte de esa luz que tenés en los ojos y que te
sale sin querer, como si quisieras esconderla, pero yo la puedo ver, no sé por qué.
No sé por qué, pero veo el brillo que sale de tus días, de esas caricias que te
salen como si nada pero que son perfectas como es la voz que dice mi nombre
cuando me mirás y te sale como empujado por la esperanza de llegar a algún lado.
Lean, me decís. Ahí es cuando naufrago en la posibilidad imposible de tu amor
ensombrecido por la realidad de las diferencias ¿Pero, y si probamos con
querernos despacio en esta mañana de nuestras vidas que, como líneas curvas
trazadas en un papel blanco se cruzaron justo hoy y justo acá? Mi alma no ubica
el lugar ansiado, te digo. Allá, donde nuestras líneas abstractas se
entrecruzan formando un punto en el espacio que se queda, vos te das por
aludida y me mirás a los ojos y nos dejamos querer por un ratito. Un punto en
el espacio. Eso sería nuestro amor, ¿no te parece un punto re lindo? Y nada de
eso resulta fácil porque la realidad llovizna en un abismo de imposibilidades. Porque
sos una sombra, como hubo otras, en mi cabeza, que juega solitaria a pasearse
en el jardín de mis pensamientos invitando a todos mis sentidos a jugar un
juego invisible. Igual mis labios recuerdan tus besos, porque la sombra más
linda de todas sos vos, aunque seas otro amor no realizado, como fueron todos
en mi vida, porque el verdadero amor nunca se realiza sino que es etéreo y, por
ello, mucho más intenso. También me acuerdo de esa esquina y de cuando apoyaste
tu cabeza en mi hombro sin pedir nada a cambio y sin esperar nada tampoco. Me
acuerdo de ese amor desprendido, tan amor, tan vos, tan pero tan lindo, pero a mí
no me sale tan bien, todavía me sale bastante hosco, con demasiadas ilusiones
que lastiman de querer más de lo que se puede, de querer más de lo conveniente,
de querer construir un castillo que después se desmorona de realidad. Sería muy
cobarde pedirte que desaparezcas, o demasiado orgulloso, o francamente inútil,
porque las sombras nunca te obedecen, porque van y vienen con la luz, como vos.
Y si dejaras de ser sombra, te dejaría de querer, porque siempre estuve
enamorado de sombras que van y vienen, de sombras que son nadie, que habitan en
textos, que duermen en ideales, que transitan una senda de utopías y que crean
monstruos que fortalecen mi imaginación a la vez que consumen mi pensamiento.
Porque el amor de mi vida es el no correspondido. Porque el beso que más
recuerdo es el que no pude dar. Porque el deseo más profundo es el no
realizado. Porque la sombra más ansiada es la que desaparece. Porque lo que más quiero en este momento es buscarte con palabras, y que no estés.
Te prometo que, un día, habrá más que abstracción. Será tiza, viento o canción, de mal color, violento o desafinada, pero será esa-cosa-interna transformada en algo-no-abstracto, y será tan feo y a la vez tan lindo darte cuenta de que existe, pero tan rápida, tan sencilla y tan poco artística, más parecida a un ananá que a un libro de tapa dura.
ResponderEliminarMientras el ananá crece muy de a poco, escribí muchos libros de tapa dura. Todos esos libros son lo único que hace posible que el ananá crezca.
Los escribiré, los escribiré. Gracias por el lindo comentario.
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