miércoles, 29 de julio de 2015

Es el caos


Alguien roba el celular a alguien. Corro al ladrón y le arrebato el celular. Alguien cree que el ladrón soy yo, me insulta y me arrebata el celular. El propietario, indignado, increpa al cuarto individuo creyéndolo el primer y verdadero ladrón y le quita el celular.  

La escena se repite en distintos puntos de la ciudad en simultáneo. Ahora nadie sabe quién es el ladrón y quién el robado, porque muchos son los unos y muchos los otros.

En un inicio, intenté ser amable. Ahora, puesto que mi celular ha sido arrebatado, intento apropiarme de alguno que sea de mi agrado. Ya no sé si soy el delincuente o si soy el atacado. Y es el caos.

jueves, 23 de julio de 2015

Metáforas en concreto



Soy en el mate de la mañana. Siempre tan amargo en el primer sorbo. Luego me gano simpatías con el sabor algo mejorado, hasta puedo parecer lúcido, generando, incluso, expectativas en quien me ceba. Pero luego, ya sin agua, termino sin ideas y descubriendo mi verdadera identidad de simples yuyos triturados en un mate poco original que pierde sabor con el tiempo. Así y todo, algunos me desayunan. Incluso me sacuden amistosamente el peinado con pizcas de azúcar para no decepcionarse tan pronto. A decir verdad, sólo unos pocos me toman por elección, la mayoría lo hace porque otros me ofrecen y no quieren ser descorteces. De esta manera es que me aceptan, me chupan un poquito y me devuelven dando las gracias.

Soy, también, en la metáfora.

El autoritarismo del diccionario define que la metáfora es un giro del lenguaje por el que se nombra una cosa mencionando otra. Yo menciono mi nombre cuando me lo preguntan, por ejemplo. Yo podría llamarme tomás, es posible que así figure en mi documento, pero de ninguna manera soy en la palabra tomás. Los diferentes fonemas que descomponen tomás no me denominan sino por casualidad, parcialmente y por decisiones ajenas y arbitrarias. Me dicen tomás, como podrían decirme joaquín, diego, patricia, mariana, ismael, facundofrancisca o, incluso, leandro. Yo no soy más en la metáfora de algunas letras sin sentido que en la metáfora de un mate. Ni siquiera yo soy yo. Podría ser, más bien, un puñado de metáforas variadas. Podría ser, por ejemplo, en la metáfora de un guerrero griego o también en la de pequeñas hormigas caminando por la comisura de una baldosa o en la metáfora de un colibrí sin vuelo.

Por eso mismo, y aunque ustedes no lo crean, soy también en estas líneas. Sí, estas de acá y de ahora, sin ninguna metáfora mediante. Estas líneas me mencionan tanto como mi nombre. Tanto o mejor, dado que salen de mí mismo. Soy estas oraciones y estoy en la pantalla de tu computadora. Y no sólo eso. Soy tanto estas líneas como soy el que las está leyendo. Soy en su mente.

A esto es a lo que quería llegar. Como el mago que muestra el prodigio cuando descubre su galera, yo afirmo que estoy en vos porque vos estás leyendo algo que yo soy. Por todo esto es que, además de ser un mate, soy en vos, en tu pensamiento. Sea donde sea que estés leyendo esto, sólo por un rato.

Soy vos y un mate. Me termino en el último sorbo. Y con el punto final dejo de existir.

lunes, 20 de julio de 2015

Boceto de una experiencia


Existo para que algún día, a pesar de todos los pronósticos, el deseo de encontrarte se cumpla. El deseo de entender la razón de todas las mañanas o capaz no ocurra nada y la muerte esté vacía de significado y como una sombra me desvanezca en la oscuridad que reina en la suma de todas las sombras que murieron de ser sombras, de no encontrar, de no saber que existías, de olvidar el camino. 

Para comunicarme con vos hablo de nada o, mejor dicho, hablo de eso, y el sujeto tácito gobierna mis palabras. Palabras que cuesta encontrar porque es más fácil imaginarte en silencio para estar cerca y mirarte con transparencia y que tu corazón se deje querer.

Algún lector intérprete se esforzará también por encontrarte, y sus esfuerzos serán vanos. 

Yo tampoco sé de quién hablo. 

sábado, 18 de julio de 2015

Arte verdadero



Así es la vida de Gerardo quien, pese a su estilo más bien bohemio, tiene un objetivo muy claro: alcanzar la expresión máxima del arte. Para estar a la altura de la tarea se instruye con las ideas fundamentales de la teoría del arte plástico y literario. Con tantos conceptos de la estética se le ocurre una idea y un día comienza a dormir en las plazas. Piensa que la obra de arte no es más que pura sensación y no hay sensación más sentida que la soledad en la ciudad. Asimismo, se convence de que la metáfora del frío es imposible de lograr sin saber del frío verdadero, sentido por tantos en la calle. Llevados varios días en la intemperie, no dejaba de pensar en aquella obra digna de sus esfuerzos. Entendió que no hay obra más famosa que la anónima. Anónima debía ser, por tanto, la empresa, por lo que comenzó a salir por las noches con un pasamontañas cubriéndole la cara a realizar grafitis en paredones vacíos. Pasó de contemplar el arte como reflejo de la realidad a contemplar la realidad como si fuera reflejo de un gran cuadro. Si el arte es representación, como enseñaban los griegos, la realidad es el arte más acabado representando los conceptos detrás de ella. Invierno. Cucarachas. Injusticia. Cemento. Indiferencia. Combustión. Infamia. Celeridad. Inclemencia. Calle. Indolentes. Corruptos. Invisibles. Contaminados. Imágenes. Celdas. Ídolos. Cuerpos. Inmateriales. Constantes. Inseparables. Cientos. Incinerados. Un martes de otoño, se propone la gran obra y en un sueño de colores ocres, música triste, personajes humillados y algunas horas, Gerardo logra su objetivo. Tan glorioso, tan pasajero y tan ignorado.