Soy en el mate de la mañana. Siempre
tan amargo en el primer sorbo. Luego me gano simpatías con el sabor algo
mejorado, hasta puedo parecer lúcido, generando, incluso, expectativas en quien
me ceba. Pero luego, ya sin agua, termino sin ideas y descubriendo mi verdadera
identidad de simples yuyos triturados en un mate poco original que pierde sabor con el tiempo. Así y todo, algunos me desayunan. Incluso me sacuden
amistosamente el peinado con pizcas de azúcar para no decepcionarse tan
pronto. A decir verdad, sólo unos pocos me toman por elección, la mayoría lo hace
porque otros me ofrecen y no quieren ser descorteces. De esta manera es que
me aceptan, me chupan un poquito y me devuelven dando las gracias.
Soy, también, en la metáfora.
El autoritarismo del diccionario define
que la metáfora es un giro del lenguaje por el que se nombra una cosa
mencionando otra. Yo menciono mi nombre cuando me lo preguntan, por ejemplo. Yo podría llamarme tomás, es posible que así figure en mi
documento, pero de ninguna manera soy en
la palabra tomás. Los diferentes fonemas que descomponen tomás no me denominan sino por casualidad, parcialmente y por decisiones ajenas y
arbitrarias. Me dicen tomás, como podrían decirme joaquín, diego, patricia, mariana, ismael, facundo, francisca o, incluso, leandro.
Yo no soy más en la metáfora de
algunas letras sin sentido que en la metáfora de un mate. Ni siquiera yo soy yo. Podría ser, más bien, un puñado
de metáforas variadas. Podría ser, por ejemplo, en la metáfora de un guerrero
griego o también en la de pequeñas hormigas caminando por la comisura de una
baldosa o en la metáfora de un colibrí sin vuelo.
Por eso mismo, y aunque ustedes no lo
crean, soy también en estas líneas. Sí, estas de acá y de ahora, sin ninguna
metáfora mediante. Estas líneas me mencionan tanto como mi nombre. Tanto o
mejor, dado que salen de mí mismo. Soy estas oraciones y estoy en la pantalla
de tu computadora. Y no sólo eso. Soy tanto estas líneas como soy el que las
está leyendo. Soy en su mente.
A esto es a lo que quería llegar. Como el mago que muestra el prodigio cuando descubre su galera, yo afirmo que estoy en vos
porque vos estás leyendo algo que yo soy. Por todo esto es que, además de ser
un mate, soy en vos, en tu pensamiento. Sea donde sea que estés leyendo esto,
sólo por un rato.
Soy vos y un mate. Me termino en el último sorbo. Y con el punto final dejo de existir.